Los Lupinos
Aspectos Agronómicos del Cultivo
Boletín Tecnológico del Lupino / Año 1- Nº 1

Implantación del cultivo
*Información suministrada por Andrés C. Ravelo
La buena producción de un cultivo comienza con la elección de la especie y variedad, el sistema de rotaciones, la calidad de semilla, la elección del terreno, la implantación y posteriormente prácticas culturales adecuadas que permitan un control efectivo de malezas, plagas y enfermedades.

Elección de la especie y variedad
En estos momentos las especies de lupino blanco, (L. albus) y lupino de hojas angostas (L. angustifolius) son las únicas que poseen un mercado de grano ya establecido internacionalmente, mientras que el tarwi (L. mutabilis) tie-
ne una difusión local en los países andinos y el lupino amarillo (L. luteus) se lo cultiva preferentemente para abono y forraje. Las dos primeras especies son las que poseen el mayor número de variedades dulces mejoradas en cuanto a producción, resistencia a enfermedades y buena estructura de la planta, por lo tanto, es más fácil seleccionar entre ellas a los cultivares que mejor se adapten a las condiciones agroambientales de la zona.

Sistema de rotaciones
Los lupinos deben sembrarse en un sistema programado de rotación de cultivos. Lo ideal es introducirlo en áreas de producción de cereales y en una rotación alternada para aprovechar sus propiedades mejoradoras del suelo. En Estados Unidos de Norteamérica también se han realizado rotaciones con cultivo de papa, pero por lo menos, debe alternarse con un cultivo de granos finos antes de volver a los lupinos
o papas. No se recomienda sembrar lupinos después de un cultivo de soja por la propagación de posibles enfermedades asociadas a ambos cultivos. Está probado que una secuencia de cultivos estivales con otros de siembra otoño-inverno-primaveral interrumpe el ciclo biológico de muchas malezas y patógenos en general.

Siembra

Fecha de Siembra
Los lupinos son de cultivo otoño-invernal las siembras se pueden realizar a partir de mediados de abril hasta fines de julio, según la latitud, el tipo de clima, la distribución de la lluvias y la variedad a implantar. Las variedades de ciclo largo deben sembrarse más tempranamente en fechas que van desde mediados de abril a fines de mayo, las variedades de ciclo intermedio desde mediados de mayo, principio de junio y por último las de ciclo corto de mediados de junio en adelante.
En nuestro país, no existen estudios detallados sobre el comportamiento de las variedades modernas de ciclo intermedio y corto en distintas zonas agrícolas, por esa razón se propone realizar una investigación de la adaptación de variedades mejoradas a través de una red de ensayos geográficos y de siembras continuadas.

Preparación de la semilla
Se recomienda trabajar con semillas tratadas con curasemillas, especialmente fungicidas, para evitar el ataque de hongos. Los productos utilizados son Benomil, Carbendazin y Thiram dado que en las dosis recomendadas no inhiben la acción de los inoculantes. Los tratamientos se realizan en húmedo para lograr una buena penetración a través de la cutícula. Las semillas siempre deben ser inoculadas con cepas especializadas de Bradyrhizobium para lograr una buena formación de nódulos radiculares fijadores de nitrógeno. Cuando las semillas son inoculadas no es necesario realizar fertilizaciones con nitrógeno. Para mayor eficiencia es aconsejable realizar la inoculación 24 horas antes de la siembra. Después de inoculada la semilla debe guardarse en lugares frescos y oscuros para evitar el deterioro del inoculante. La dosis de inoculante es aproximadamente de 200 g por 50 kg de semilla.

Preparación del suelo

Es indispensable una buena cama de siembra, sin depresiones que modifiquen la profundidad. No se requiere laboreo intenso sino una preparación en lo posible gruesa. La siembra con labranza cero se puede aplicar en suelos que no son excesivamente pesados, dado que con este sistema de siembra el crecimiento radicular es más lento y por lo tanto, el suelo debe contar con abundante humedad o bien se debe disponer de riego.

Profundidad de siembra
La profundidad de siembra depende del tipo de suelo y de las condiciones de humedad. Dado que los lupinos tienen semillas grandes y necesitan relativamente gran cantidad de agua para el proceso de imbibición se recomienda una profundidad de siembra de 2.5 a 4 cm. No se aconsejan siembras más superficiales para evi-
tar que el desecamiento de las capas superiores del suelo afecte el proceso de germinación, ni tampoco a profundidades mayores pues se incrementan las posibilidades de ataques de hongos y larvas.

Distancia entre los surcos
Las distancias entre surcos depende de la especie y variedad que se siembre. Para las variedades con mucho desarrollo y de crecimiento indeterminado, la distancia entre surcos debe ser de 70 cm para permitir un buen desarrollo de las ramas laterales y una buena circulación de aire para reducir peligros de enfermedades y vuelcos. Actualmente se cuenta con variedades de menor desarrollo vegetal lo que
permite una distancia entre surcos mucho menor. Las siembras entre 25 y 35 cm de distancia entre surcos han mostrado un buen desarrollo y una buena cobertura del surco en la etapa juvenil, obteniéndose mayor eficiencia en el control de malezas.

Densidad y método de siembra
La densidad de siembra, depende de numerosos factores incluyendo el porcentaje de viabilidad, el peso y tamaño de la semilla, el espaciamiento entre surcos, el control de malezas y el costo de la semilla. En L. albus, la distancia entre semillas en el surco es de 8 a 12 cm, según el espaciamiento entre surcos. La cantidad de semilla por hectárea es de 120 a 150 kg. Se puede usar una sembradora de grano grueso con platos perforados de acuerdo al tamaño de las semillas.